sábado, 28 de abril de 2012

BIZNAGA MEXICANA



“Biznaga” (Equinocactus platyacanthus), la biznaga es una especie endémica de México, es decir, que sólo habita en nuestro país y en ningún otro lugar del mundo. Se distribuye en el centro y norte del país. Su principal uso es la elaboración del dulce cristalizado denominado “acitrón”, sin embargo, también es utilizada como forraje y como planta ornamental.
Las biznagas han sido un importante recurso vegetal desde tiempos prehispánicos. Se han encontrado sus restos en excavaciones que datan de 6,500 años A.C. en cuevas de Tehuacán, Puebla. Los aztecas nombraban a esta planta “teocomitl” o “huitznáhuac”: La palabra “comitl” significa olla y “teo” significa divino. El “teocomitl” fue utilizado como altar para sacrificios humanos. La palabra “huitznáhuac” usada para describir a esta planta proviene de “huitzi” espina y “náhuac”, es decir, “rodeada de espinas”. En el S. XVI la palabra huitznáhuac fue escrita por los españoles como vitzinahuac, de la que viene el nombre castellano visnaga o biznaga.

Desde la colonia y hasta la fecha el acitrón es preparado en forma artesanal de la pulpa o tallo de la biznaga. Este dulce es comercializado en ferias y mercados de todo México. Además es ingrediente de importantes platillos mexicanos reconocidos internacionalmente. Se utiliza en la preparación del tamal de dulce, la rosca de reyes y los chiles en nogada. Dado que la extracción de la pulpa para la preparación del acitrón mata a la planta, las poblaciones de biznaga han disminuido considerablemente. La especie está considerada en peligro. En la Norma Oficial Mexicana aparece como una especie con protección especial ya que aunque presenta una amplia distribución en el centro y norte de México, sus poblaciones son bajas debido al impacto de las actividades humanas.
La mayoría de las biznagas se encuentran en las zonas áridas y semiáridas que ocupan más de la mitad del territorio mexicano (casi 100 millones de hectáreas). Las zonas áridas norteñas están representadas por los desiertos de Chihuahua (Chihuahua, Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosí y porciones de Durango, Nuevo León e Hidalgo) y de Sonora (Baja California, Baja California Sur, Sonora y una parte de Sinaloa). Por su parte, en el centro del país hay una importante región árida que abarca los estados de Querétaro, Oaxaca y, particularmente, Puebla, en la zona conocida como Tehuacán-Cuicatlán.

Al contrario de la imagen carente de vida que se tiene de ellas, las zonas áridas y semiáridas son lugares ricos en especies, a pesar de la escasez de agua y de las temperaturas extremosas. En estos ecosistemas las plantas crecen muy espaciadas y desarrollan eficientes maneras de sobrevivir. La mayoría de sus características morfológicas y fisiológicas están relacionadas con el uso eficaz del agua. Algunas escapan a la sequía germinando y creciendo rápidamente sólo cuando llega a llover. Así, antes de morir dejan semillas que germinarán sólo cuando las lluvias regresen. Las que permanecen todo el tiempo soportan el clima ahorrando agua con sus hojas pequeñas o transformadas en espinas, troncos y ramas suculentas, es decir, capaces de almacenar grandes cantidades de agua resguardada por gruesas cutículas para evitar la evaporación, y con extensos sistemas de raíces poco profundas y raíces primarias muy profundas para alcanzar las aguas subterráneas.


Las biznagas son plantas muy bien adaptadas a la vida de estas inhóspitas regiones. Su forma esférica puede reducir al mínimo la pérdida de agua por evaporación y conservarla en sus tejidos por la disminución de la superficie transpiratoria. Asimismo, como el resto de los cactus, las biznagas tienen flores grandes, aromáticas y de vistosos colores que atraen a mariposas, colibríes, murciélagos, abejas y abejorros que contribuyen a su polinización. Sus frutos, tanto jugosos como secos, son alimento de reptiles, aves y pequeños mamíferos que ayudan a la dispersión de las semillas. Crecen muy lentamente y requieren de plantas “nodrizas” que les proporcionen sombra y humedad, especialmente durante la germinación y sus primeras etapas de crecimiento.
Aunque para mucha gente las biznagas son todos aquellos cactus más o menos esféricos, para los especialistas las biznagas son sólo los cactus esféricos de los géneros Echinocactus, Ferocactus y una especie del género Melocactus. En México, la mayoría de las biznagas habita en los desiertos de Sonora y Chihuahua y en algunas zonas de Hidalgo, Querétaro, Puebla y Oaxaca. Parece ser que la palabra “biznaga” (acuñada en 1495) proviene del árabe bistinaga, derivada del latín pastinaca, que significa “zanahoria”.

CAUSAS DE PELIGRO





Cuando los españoles llegaron a México, la rareza y hermosura de los cactus los sorprendieron a tal grado que comenzaron a colectarlos y a enviarlos a Europa, iniciando así un comercio que a lo largo de los años los ha llevado a ser uno de los grupos de plantas más amenazados en nuestro país. Pero no fue sino hasta el siglo XIX cuando esta actividad se convirtió en una seria amenaza para las cactáceas, y el saqueo de plantas y semillas de sus hábitats naturales ha sido constante y desmedido desde entonces. Los coleccionistas ofrecen grandes sumas de dinero por ellas, creando una enorme red de tráfico ilegal que colocan a muchas especies en riesgo de desaparecer o amenazadas.

Los esfuerzos por rescatar y proteger a los cactus son complicados debido a que se conoce muy poco de su biología, aunado al hecho de que la mayoría presenta un lento crecimiento y tiene ciclos de vida muy largos. Por otro lado, los desmontes para usos agrícolas o ganaderos, la extracción de minerales y los desarrollos urbanos han perturbado los hábitat naturales de las cactáceas en general. En estas circunstancias, diversas instituciones gubernamentales y no gubernamentales, junto con varias universidades, desarrollan estrategias de conservación encaminadas a la protección y preservación de las cactáceas, tales como las áreas naturales protegidas, la propagación y cultivo de cactus en viveros y el establecimiento de una legislación que propicie su uso sustentable, adhiriéndose a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).

Sin embargo, es claro que resulta indispensable hacer una amplia difusión sobre esta problemática para involucrar al público en general en su conservación, pues el futuro de muchas especies depende de nuestra capacidad para revertir el proceso de saqueo y que el gusto por el colecciona miento de cactus deje de ser una actividad destructiva para convertirse en el mecanismo que los proteja.

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